miércoles, 9 de noviembre de 2011

Aplastar la inteligencia... Adán y Eva

Ese relato, que en tiempos normales solo sirve para engrosar la colección de cuentos o de historias sin pies ni cabeza, ha tenido consecuencias considerables en las civilizaciones.

 Odio a las mujeres y a la carne, culpa y deseo de arrepentimiento, búsqueda de una reparación imposible y sometimiento a la necesidad, fascinación por la muerte y pasión por el dolor: otras tantas acciones para activar la pulsión de muerte.

¿Qué deja entrever esta historia? Un dios que prohíbe a la pareja primordial comer del fruto del árbol del conocimiento. Sin duda se trata de una metáfora. Fué necesario que los padres de la iglesia sexualizaran la historia, porque el texto es claro: comer ese fruto desengaña y permite distinguir entre el bien y el mal, por lo tanto ser semejante a Dios.

 Un versículo habla de un árbol deseble para dquirir la inteligencia, no hacer caso de la imposición es preferir el saber a la obediencia, querer saber antes que someterse. Digámoslo de otro modo: optr por la filosofía contra la religión.

 ¿Qué significa la prohibición de la inteligencia? Todo se puede en ese magnífico jardín, menos volverse inteligente- el árbol del conocimiento- o inmortal- ¿el árbol de la vida?-. ¿Qué destino les reserva Dios a los hombres? ¿La imbecilidad y la mortalidad? Solo un Dios muy perverso sería capaz de ofrecer esos dones a sus criaturas... Alabemos, pues, a Eva, que opta por la inteligencia al precio de la muerte cuando Adán no percibe de inmediato lo que está en juego en el paraíso: la eterna felicidd del imbécil contento.

Después que la dama comió del fruto, ¿qué descubrieron los desgraciados? Lo real. Lo real y nada más: La desnudez, sus partes pudendas, pero también, luego de la reciente adquisición del saber, su lado cultural, al menos sus potencialidades por medio de la creación de un taparrabos con hojas de higuera- y no de parra-... Y también el rigor de lo cotidiano, lo trágico de todo destino, la brutalidad de la diferencia sexual, el abismo que separa siempre a hombre y mujer, la imposibilidad de evitar el trabajo pesado, la maternidad dolorosa y l muerte soberana.

 Una vez liberados, y para evitr la transgresión que permite acceder a la vida eterna- pues el árbol de la vida roza el árbol del conocimiento-, el Dios único, desde luego bueno, dulce, amable y generoso, expulsó a Adán y a Eva del paraíso. Aquí estamos desde entonces...

 Primera lección: si rechazamos la ilusión de la fe, el consuelo de Dios y las fábulas de la religión, si preferimos querer saber y optamos por el conocimiento y la inteligencia, entonces lo real se nos aparecerá tal como es: trágico. Pero más vale una verdad que mata de inmediato la ilusión y no permite perder del todo la vida sometiéndola a la muerte en vida, que una historia que consuela en el momento, sin duda, pero no toma en cuenta nuestro verdadero bien: la vida del aquí y ahora.

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